Toda situación es susceptible de empeorar. Al daño en la central hidroeléctrica de Guatapé, que afecta uno de los principales parques de generación del país, se sumó la avería en una de las unidades de Termoflores, que aumenta la amenaza de racionamiento. Sin margen de maniobra.
Sin embargo, su efecto colateral fue mayor: las aguas con las que genera Guatapé sirven para que las centrales de San Carlos –una de las mayores del país, con 1.240 megavatios de capacidad y que responde por 10% de la generación– Playas y Jaguas alimenten sus unidades. Bajo este escenario, si Guatapé no genera significa que San Carlos, Jaguas y Playas tampoco lo puedan hacer. No hubo un siniestro en una planta sino en todo un parque de generación.
Las consecuencias y advertencias no se hicieron esperar. Jorge Londoño de la Cuesta, gerente de EPM, al evaluar las dificultades del daño en Guatapé y el impacto en la generación, señaló a los medios que en abril podrían darse cortes de luz en las horas pico y eventuales problemas de potencia en el sistema.
En opinión de los expertos, con este hecho el sector “no aguantaría ni un estornudo”. Pero, como lo señala la principal de las leyes de Murphy, toda situación mala es susceptible de empeorar. Apenas 15 días después de la crisis de Guatapé, la generación del país volvió a ser sacudida cuando en una de las unidades de Termoflores –de Celsia– que estaba en proceso de mantenimiento preventivo –la unidad Flores IV–, se originó un daño en una de las turbinas de combustión.
“Esta situación afecta la generación de Zona Franca Celsia, ya que de los 610 megavatios de su capacidad total quedan indisponibles temporalmente 230 megavatios, que equivalen a 5,5 gigavatios/hora/día (GWh/día) de aportes al Sistema Interconectado Nacional”, dijo la empresa en un comunicado y agregó que el daño estaría solucionado entre 3 y 4 semanas.
Aunque había algunas preocupaciones por el estrés en algunas generadoras, alertas por la realización de mantenimientos preventivos en plantas de generación –especialmente térmicas–, el bajo ahorro que ha tenido el país en el consumo de energía y la caída en el nivel de los embalses, estos dos siniestros revivieron nuevamente las sombras del apagón y los peores recuerdos de 1992, cuando el país tuvo un racionamiento que le costó a la economía más de $12 billones.
El panorama
Antes del siniestro de Guatapé había una tregua en el sector. El país consume cerca de 190 GWh/día y las plantas térmicas estaban generando en sus puntos más altos casi 95, cuidando el agua y buscando que los niveles de los embalses no se redujeran dramáticamente para permitir sortear con éxito el Fenómeno del Niño que podría llegar hasta abril o mayo.
Tal como lo manifestó Celsia en su comunicado, “las plantas térmicas del país han estado exigiéndose al máximo para atender la demanda nacional desde septiembre de 2015. En temporadas climatológicas normales, el Sistema Interconectado Nacional opera en un 70% con generación hidráulica y un 30% con térmica. En las condiciones de Fenómeno del Niño actuales, la producción de energía está siendo atendida aproximadamente en 50% con recursos hidráulicos y 50% con activos térmicos”.
Tras las tensiones de octubre y noviembre del año pasado y los debates políticos y técnicos alrededor del cargo por confiabilidad y su efectividad, al igual que sobre el precio de escasez y los precios de los combustibles –gas y líquidos–, el país pasó el fin de año e inició el actual en aparente tranquilidad en materia eléctrica. Hasta Termocandelaria –la térmica intervenida por la Superintendencia de Servicios Públicos y que estaba en el ojo del huracán por ser la única que se declaró indisponible– empezó a generar y a darle soporte al sistema.
Sin embargo, el 15 de febrero se dio el siniestro en Guatapé que puso en jaque al sistema, no solo por su generación sino también por el impacto en San Carlos, Jaguas y Playas, que no tienen agua que las alimente –pues venía de la que usaba Guatapé– y hoy no pueden generar.
El restablecimiento de Guatapé se dará en varias fases: en mayo entrarán dos unidades, en junio otras dos, dos más en agosto y las dos restantes en septiembre. De hecho, se calcula que las pérdidas para la empresa ascenderán a $200.000 millones. En el entretanto, EPM trabaja haciendo pruebas para llevar agua a San Carlos, Jaguas y Playas, poniendo unos sifones, a fin de que puedan generar entre 2 y 3 GWh/día.
El plan de choque frente al caso de Guatapé se enfocó en dos medidas fundamentales por parte del Gobierno: importar energía de Ecuador –gracias a la interconexión que tienen los dos países desde hace varios años– y poner a funcionar en pleno y permanentemente la generación térmica, con plantas como Termocandelaria y Termovalle que estaban produciendo energía en periodos puntuales de mayor consumo.
Y apenas dos semanas después se registró el daño en Termoflores que, con 5,5 GWh/día menos en la oferta de energía, le pone más presión al sistema y dificulta la posibilidad de pasar sin cortes de energía y sin un eventual racionamiento.
Las preocupaciones
Ante esta amenaza al sistema, las preocupaciones aumentan. Por una parte, en los mantenimientos preventivos que tengan las empresas. De hecho, antes de la salida de Guatapé, San Carlos, Playas y Jaguas, el sistema ya tenía contemplados algunos mantenimientos y había un margen de maniobra para actuar. En el caso de la unidad de Termoflores, se derivó un daño, en pleno mantenimiento, y los tiempos en que debería estar por fuera se ampliaron.
Al cierre de esta edición, además de la unidad de Termoflores que quedó deshabilitada en pleno mantenimiento por el daño que registró, otras también están por fuera por mantenimiento. Según Alejandro Castañeda, presidente de Andeg, ellas son Termotasajero II –160 megavatios–, Tebsa, también 160 megavatios, durante cerca de un mes, Cartagena I, de Emgesa, –70 megavatios– y Guajira II de Gecelca –unos 160 megavatios–.
“El común de la gente no entiende que las empresas de generación en estos momentos realicen mantenimientos programados. Lo que sucede es que tienen seguros internacionales cuantiosos y, si no los hace en los periodos establecidos, corre el riesgo de perder la garantía”, dice un experto del sector.
“Las térmicas, aunque han respondido en medio de la coyuntura, están reventadas y no están acostumbradas a generar ni en este nivel ni a este ritmo. Están generando todos los días ininterrumpidamente, pero algunas que estaban diseñadas para gas y se convirtieron en duales, también con diésel, tienen un mayor estrés pues los niveles de limpieza y mantenimiento son distintos con uno y otro combustible”, agrega un empresario.
La otra gran inquietud está relacionada con el tema de potencia en las horas pico de consumo. Se ha detectado, como lo mencionó Londoño de la Cuesta, de EPM, que en abril habría un problema de potencia. Fuentes del sector aseguraron que se trata de al menos unos 12 días críticos en ese mes, cuando los embalses estén en sus puntos más bajos. En ese momento, en las horas pico –entre las 7 y las 9 de la noche– es cuando el sistema, por el aumento en la demanda, requiere mayor potencia y, si no hay energía suficiente, no tendría la capacidad para responder y podría darse lo que los ingenieros llaman un proceso de deslastre: que vayan saliendo circuitos en cascada y, para evitarlo, habría que programar unos cortes que redujeran la demanda.
En este punto es clave el impacto que pueda tener el ahorro de energía, no solo en el campo residencial, sino también en el industrial y comercial. La razón es que a enero, el consumo de energía en el país había aumentado 5,7%, y antes de terminar febrero registraba un incremento de 4,7%.
“Si se logran ahorros que permitan disminuir 5% del consumo no habría necesidad de los cortes. Pero si el consumo sigue en aumento y no hay conciencia, las comercializadoras se van a enfrentar a la necesidad de programar algunos cortes en regiones y ciudades, máxime cuando el consumo en algunas zonas se ha disparado”, dice uno de los analistas. De hecho, una de las regiones en las que podría tener mayor impacto sería la Costa Caribe.
Para Ángela Montoya, presidente de Acolgen, es hora de ahorrar. “La demanda tiene que ayudar, no es discrecional”, asegura.
Otros expertos, como el exministro de Minas Amylkar Acosta, han propuesto revivir la polémica “Hora Gaviria”, que significa adelantar los relojes de todos los colombianos para generar ahorro energético en las noches. Sin embargo, esta medida no es suficiente porque solo logra desplazar el consumo y su impacto sería mínimo.
Una alerta adicional es la relacionada con el nivel de las generadoras. “Una cosa es con Guatapé y toda la cadena San Carlos, Playas y Jaguas y otra sin ese parque de generación”, dice un empresario. Con esta generación disponible, había un colchón que le daba margen de maniobra al sistema, pero hoy ya no está y con lo sucedido en Termoflores la tensión aumenta.
Según XM, la administradora del sistema, al 25 de febrero el nivel de los embalses –que alcanzó a estar por encima de 44% hace unos días– se ubicó en 30,28%, sin El Peñol, donde opera San Carlos. Antioquia tiene el menor porcentaje de reservas –12,47%– y en el Valle llega a 22,76%.
Es necesario estar muy pendientes de los niveles de los embalses, pues si no logran cumplir con sus compromisos en el cargo por confiabilidad, por la reducción en el agua disponible, tendrían que salir a buscar en la bolsa la energía firme que no han producido.
Por otro lado, el tema del suministro de energía proveniente de Ecuador también genera alguna inquietud. ¿Por qué? Muchos han recordado la negativa de Venezuela de entregarle a Colombia 40 millones de pies cúbicos de gas a partir de enero de este año, argumentando el impacto del Fenómeno del Niño, a pesar del compromiso contractual.
La pregunta es si podría pasar lo mismo con Ecuador. Fuentes consultadas por Dinero aseguran que hay diferencias en el proceso: hoy Ecuador tiene una planta de generación nueva que acaba de inaugurar, con excedentes de energía, y como muchos países emergentes, necesita recursos. De acuerdo con los cálculos de venta serán entre 7 y 8 GWh/d que se comercializarán en el país y, según fuentes del sector, no tendría impacto en el precio al usuario final.
Esto sería visto como un acto de reciprocidad hacia Colombia que, en épocas de dificultades en el suministro de energía en Ecuador, abasteció casi 14% de la demanda en ese país. Sin embargo, no todo es tan simple. “Es una planta nueva y, por lo general, en los primeros momentos de la generación tienen ajustes que podrían sacarla momentáneamente del servicio”, agrega la fuente.
Frente al tema del gas de Venezuela, Ecopetrol sigue haciendo esfuerzos para que el vecino país honre sus compromisos. Al cierre de esta edición, la gestión avanzaba pero, según fuentes de la petrolera, si se logra que PDVSA envíe gas será por un menor volumen al pactado.
Y, finalmente, los ojos están puestos sobre la duración del Fenómeno del Niño. De acuerdo con el Ideam en su página de internet, El Niño irá fuerte hasta marzo, para moderarse hasta “condiciones neutrales” en junio. Aunque las posibilidades de que ocurra un Fenómeno de La Niña este año son bajas, el Ideam estima que hay 50% de probabilidad de que se presente a comienzos de 2017.
Sin embargo, persisten dudas. Algunos ven a El Niño expandiéndose hasta abril con un coletazo adicional que haría que el fuerte verano vaya hasta mayo. “Junio sería el peor de los escenarios”, advierten en el sector, máxime cuando el país viene con una sequía “escondida” de cerca de dos años y volver a llenar los embalses puede tomar uno o dos meses.
Lo que viene
Por ahora, no solo se despierta el fantasma del apagón sino también los interrogantes técnicos y políticos.
“Requerimos que se nos conteste si la emergencia de Guatapé hubiera tenido los mismos efectos en caso de contar todas las térmicas con el gas requerido. Tener esto claro es elemental para que el Gobierno no se salga por la tangente con el argumento de ‘fuerza mayor’, pues generadoras como Candelaria han pasado dificultades para conseguir combustible, y la promesa del suministro de gas desde Venezuela se ha ido esfumando”, dijo el senador Iván Duque en una columna en Portafolio.
Agregó que “los colombianos requerimos que se nos diga la verdad sobre lo que está pasando con el sistema eléctrico. El Gobierno no puede seguir ocultando la problemática del gas, las dificultades del sector térmico y las vulnerabilidades que hoy vivimos. Ojalá lo ocurrido en Guatapé no nos conduzca a ‘Guatapeor’”.
Ante uno de los momentos más adversos del clima en los últimos años, el sector hasta ahora ha respondido y no se ha registrado corte ni racionamiento, como sí sucede hoy en el comercio y los hoteles en Venezuela, donde hay suspensión del suministro hasta por 7 horas diarias.
Si bien la prioridad es que el país no llegue a un racionamiento, el debate en torno a la regulación sigue abierto frente al cargo por confiabilidad y al precio de escasez que debería reflejar el costo de los combustibles.
Tomás González, ministro de Minas y Energía, en una reciente entrevista a Dinero aseguró que “sería absurdo pensar que no hay que hacer cambios porque siempre los Niños ponen el sistema en máximo estrés. Es claro que el país debe tener más generación con combustibles que dan más confiabilidad y competitividad y uno de ellos es el carbón. Se tienen que revisar los mecanismos de cálculo del precio de escasez, es importante mirar la sustitución de combustibles y asegurarse de que los mecanismos que son tan de uso común en el sector financiero se puedan meter más fuerte en este sector. Es importante tener un mercado intradiario en el que se puedan hacer transacciones rápidas y que permita un mejor manejo del riesgo y ser más eficientes”.
Es clave para el futuro tener claridad en qué áreas y tecnologías se va a fundamentar el plan de expansión, máxime cuando el Gobierno anunció que este año habría un nuevo proceso de subastas de energía. Pero también los ajustes que se requieren en la regulación y los mecanismos para garantizar la inversión.
Por ahora, el Niño puso al sistema en alta tensión y los fallos recientes de las generadoras lo tienen en jaque.