Balance de los diez años del TLC con Estados Unidos: negativo y costoso​

May 23, 2022

Tras diez años del TLC con Estados Unidos, el balance para Colombia ha sido levemente mejor, igual o, en algunos casos, perjudicial. Por eso es necesario revisar ese tratado.

Tras diez años del TLC con Estados Unidos, el balance para Colombia ha sido levemente mejor, igual o, en algunos casos, perjudicial. Por eso es necesario revisar ese tratado.

Un nuevo orden económico

Hace diez años, Estados Unidos y Colombia comenzaron una nueva etapa en sus relaciones económicas, regidas por un Tratado de Libre Comercio (TLC).

Este proceso surge de la consolidación económica y política de Estados Unidos tras la desaparición de la Unión Soviética y se basa en principios de libertad de comercio y capitales. Los otros países industrializados también han promovido los acuerdos, más allá de las normas de la Organización Mundial del Comercio, hoy en cuidados intensivos.

Las teorías de la globalización, especialmente en las que predomina el capital financiero, han difundido la idea de la no intervención del Estado en regiones como América Latina y África. Los altos niveles de corrupción han servido como justificación para ello.

En consecuencia, se privatizó la banca, se dio vida a numerosos mercados de seguros, se liquidaron instituciones públicas de fomento y surgieron alianzas de recursos públicos con ganancias privadas en materia de infraestructura, telecomunicaciones, transporte y servicios domiciliarios.

Además, se concedieron beneficios tributarios sin justificación y se orientó la economía hacia sectores de baja transformación y alta informalidad, como la minería y el comercio.

Qué pasó con el Tratado

El balance del TLC con Estados Unidos después de diez años refleja con precisión las consecuencias de esos cambios en el orden global.

Los mercados se abrieron, disminuyeron las regulaciones y se facilitó el comercio. El beneficio, sin embargo, ha sido para unos pocos, mientras que, en el balance general, las exportaciones de Colombia a Estados Unidos disminuyeron en 54 %.

Colombia acumula un déficit en el comercio bilateral con Estados Unidos desde que el tratado entró en vigor, que sería suficiente para financiar la totalidad de la Línea 1 y 2 del metro de Bogotá, todas las obras del túnel de La Línea y otorgar un subsidio de 500 000 pesos mensuales a poco más de tres millones de adultos mayores durante un año; así lo indica la gráfica siguiente:

Exportaciones totales, exportaciones e importaciones con Estados Ude Colombia con Estados Unidos.  

Nuevo TLC en colombia
Fuente: elaboración propia con datos del DANE

La razón para no hacer las obras y garantizar derechos en Colombia definitivamente no son los recursos, sino los pésimos negocios de los gobiernos. Es más, la gráfica también muestra que sin acuerdo la tendencia exportadora de Colombia era mayor.

Un acuerdo para vender lo mismo

La mejor explicación de esta pérdida es el hecho de que Estados Unidos ha sofisticado su producción y sus exportaciones, haciéndolas más costosas, mientras que Colombia sigue produciendo y exportando fundamentalmente lo mismo. El TLC ha sido una de las explicaciones de la imposibilidad del país en diversificar su producción y exportaciones, por las limitantes que le impone al Estado para intervenir.

El 78 % de lo que Colombia ha logrado venderle a Estados Unidos bajo el TLC son los mismos productos que ya le vendía sin tener el acuerdo. La situación no ha cambiado mucho en los últimos años, apenas 4 puntos porcentuales menos que antes del acuerdo.

Lo que el gobierno Duque presenta como un éxito son apenas unos casos, como el aguacate, el limón y las uchuvas. Pero, mientras la participación de las exportaciones de Colombia a ese país disminuyó de un 38,6 % a un 24,5 %, la participación de las importaciones desde Estados Unidos no ha cambiado.

Esto significa que, aunque a algunas empresas exportadores les esté yendo bien, lo que Colombia vende no alcanza para pagar lo que importa de Estados Unidos. A un ritmo de crecimiento de empresas exportadoras de 1,1 % anual, será imposible cerrar esta brecha.

Inversión pero pocos empleos

La inversión que ha llegado desde Estados Unidos tampoco ha sido un gran estímulo para nuestra economía.

Según el ministerio de Comercio de Colombia, se ha creado alrededor de 1 puesto de trabajo por cada 200.000 dólares en inversión. Eso es muy poco, si se compara con los análisis de Daniel Robalino del Banco Mundial, quien concluye que en un país como Túnez podría crearse un puesto por cada 33.000 dólares. Esto ocurre porque los sectores a donde llega la inversión siguen teniendo muy poca capacidad de generación de empleos, transformación productiva y creación de valor.

El 78 % de lo que Colombia ha logrado venderle a Estados Unidos bajo el TLC son los mismos productos que ya le vendía sin tener el acuerdo.

Además, porque, así como llega se vuelve a ir en ganancias. Según datos del Banco de la República, en Colombia se quedan veinte centavos por cada dólar de inversión directa. También se queda con un déficit externo que hay que financiar con más deuda.

Revisar el TLC

Ante estos resultados, la respuesta del gobierno no puede reducirse a repetir el eslogan: “los TLC hay que aprovecharlos”.

Los hechos demostraron que, al no crear las condiciones de competitividad para aumentar la oferta productiva de Colombia, no se ha diversificado la oferta exportable. No es suficiente tener el mercado, ahora se hace evidente que también se deben tener mercancías para vender.

El Estado colombiano ha sido indiferente ante las necesidades del empresariado nacional. Promueve la falsa lógica de que hay que someterlo a una competencia injusta, lavándose las manos de su función de coordinar la economía.

Ni el mercado ni el Estado colombiano son iguales a los de Estados Unidos, lo cual de entrada ya es una condición de asimetría que no se contempló en la negociación. En Estados Unidos, las empresas encuentran a un Estado con un nivel de gasto público sobre el PIB que es casi siete puntos porcentuales más alto que en Colombia.

Con estos recursos, las empresas reciben más infraestructura de vías, aeropuertos, puertos, costos de energía más baratos, más acceso a créditos de fomento, más investigación en innovación y desarrollo, e inclusive más subsidios directos.

El gobierno federal estadounidense orienta la inversión pública hacia actividades estratégicas como, por ejemplo, lo que hace la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (Darpa, por sus siglas en inglés).  Con un presupuesto superior a 4000 millones de dólares anuales —48 veces más que el presupuesto de ciencia y tecnología de Colombia—, esta empresa pública invierte en el desarrollo de sistemas micro fisiológicos, circuitos integrados a gran escala, semiconductores de banda ancha, aprendizaje profundo, detección cuántica y prevención de pandemias, entre otros. Pensar que con uchuvas y limón Tahití se podrá aprovechar este mercado es una ingenuidad.

Nuevo TLC en colombia
Foto: Investigaciones economicas – Reconocer la importancia de reindustrializar al país, crear oferta exportable y revisar los acuerdos comerciales, son temas fundamentales para la estabilidad social y macroeconómica de los próximos años.

Soluciones profundas

Frente a un terreno tan desigual, es necesario evaluar el acuerdo. Bajo el orden actual, la única forma que tiene Colombia para reducir su déficit comercial es importando menos mercancías o exportando más mano de obra, lo cual tiene un costo nocivo para los consumidores y las familias.

Por el contrario, lo que debemos buscar es el aumento de la capacidad de producción agropecuaria y manufacturera de Colombia, para lograr dos efectos importantes:  reducir la dependencia de importaciones de bienes de consumo e intermedios, y convertir la producción local en oferta exportable.

Lo anterior no es posible a partir de los esfuerzos de empresas individuales. El Estado tendría que revisar las condiciones de competencia con empresas de Estados Unidos y decidir cuáles puntos del TLC deben ser revisados para estimular a las empresas colombianas.

La Alianza Producción, una iniciativa de origen gremial que reúne a siete sectores empresariales del país, ha comenzado a estudiar e interactuar con todas las campañas presidenciales para que este sea una política central en el próximo Plan Nacional de Desarrollo.

Reconocer la importancia de reindustrializar al país, crear oferta exportable y revisar los acuerdos comerciales, son temas fundamentales para la estabilidad social y macroeconómica de los próximos años.

Por Mario Alejandro Valencia. Director de Conexión Análisis e integrante de la Red de Trabajo Fiscal.

*Artículo publicado originalmente en Razón Pública.

Publicaciones Relacionadas