Tener un apartamento en Miami ha sido uno de los símbolos de estatus tradicionales de los colombianos; sin embargo, justo cuando el dólar estuvo barato y se facilitaba esa adquisición, en Estados Unidos se derrumbó el mercado inmobiliario. Lo paradójico es que este año, en que la tasa de cambio ronda los $3.000 y cuando ya se recuperaron los precios de la vivienda estadounidense, los colombianos se encuentran entre los mayores compradores internacionales en el sur de la Florida.
Así lo sostiene una encuesta realizada por la Asociación de Agentes de Bienes Raíces de Miami, según la cual en lo que va de 2016 los colombianos son responsables de 10% de todas las transacciones inmobiliarias de compradores internacionales. El precio promedio de sus compras es de US$516.000 ($1.548 millones), según la misma asociación.
Esta noticia contrasta con el hecho de que hoy la confianza de los consumidores colombianos está en negativo, así como las ventas del comercio al por menor y la economía avanzan a su paso más lento en cinco años.
La explicación para expertos en temas de consumo como Camilo Herrera, presidente de Raddar, es que con la incertidumbre que se ha vivido este año alrededor del proceso de paz, donde se generaron temores de ‘castrochavismo’ y de una ‘venezolanización’ del país, las personas de altos ingresos optaron por frenar su consumo doméstico y hacerlo por fuera.
Si bien los hogares más pudientes tan solo son 5% de la población, según las cuentas de Herrera representan 20% del gasto total y eso los vuelve protagonistas de la caída que han tenido las ventas minoristas y de la desconfianza que muestran los consumidores.
En septiembre el Índice de Confianza del Consumidor (ICC), que mide Fedesarrollo, fue de -2,1, lo que implica que hay más pesimistas que optimistas con respecto a la situación económica propia y del país. Y son los consumidores de estratos altos los que muestran el dato de confianza más negativo -17,8%, mientras que en estratos bajos es apenas de -0,1%. Hay que tener en cuenta que en este dato aún no se incluye el resultado del plebiscito frente a los acuerdos de paz, ni los anuncios sobre la próxima reforma tributaria.
Las ventas del comercio minorista, por su parte, completaron en agosto cuatro meses consecutivos de contracción y las ventas que más caen en lo corrido del año son las de electrodomésticos y muebles para el hogar (-5,5%), seguidas de las de vehículos (-5,1%).
Inflación e intereses
Martín Orozco, gerente de Invamer Gallup, considera que la incertidumbre política no afecta directamente el consumo de los hogares, pues independiente del resultado del plebiscito, la vida en las ciudades en donde se mide el ICC (Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga) no tiene mayores cambios. Mientras que lo que sí afecta las compras y la disposición a gastar de los hogares es el nivel de precios, medido con la inflación, así como el aumento de las tasas de interés. Dos indicadores que este año han estado al alza.
“Hay que tener en cuenta que el índice de confianza se ha venido recuperando, pues en marzo tocó fondo. Sin embargo, esta es la primera vez que completa 9 meses en terreno negativo”, dice Orozco y aclara que el ICC está muy correlacionado con las ventas del comercio y, por eso, lo que se ve es que los colombianos siguen comprando alimentos y los productos básicos, pero están aplazando las compras de bienes durables como vehículos y electrodomésticos.
En eso coinciden las encuestas de Kantar World Panel, que audita semanalmente las compras que se hacen en el país. Su director, Jaime García, dice que este año los hogares están gastando en promedio 6% más que el pasado, debido al alza de precios de la canasta familiar, pero en unidades están comprando 3% menos. “La carestía los lleva a ajustar sus gastos y a prescindir de algunos productos, así como a reducir el número de visitas que hacen a los puntos de venta”, dice y aclara que este no es solo un fenómeno de Colombia sino de toda Latinoamérica.
Aunque los precios de los alimentos, según Kantar, han subido 14% este año, las ventas no han caído, ni las de los productos de aseo personal o del hogar. La categoría que más ha sentido el golpe ha sido la de cuidado personal, como cremas, fragancias y maquillaje. “Allí las personas han espaciado las frecuencias de compra, reduciendo el gasto en la categoría en 4% este año”, reitera García.
Herrera, de Raddar, también piensa que lo que están haciendo los consumidores es postergar o suspender los antojos y seguir comprando solo lo necesario. “Evidentemente la inflación ha sido la principal responsable del menor gasto de los hogares, a lo que se le debe sumar una menor creación de empleo y el incremento de las tasas de interés, que está afectando las colocaciones de crédito hipotecario y de consumo, así como de las tarjetas de crédito”, enfatiza.
Las cifras de la Superintendencia Financiera indican que en agosto la cartera total creció apenas 0,74%, mientras que un año atrás lo hacía a un ritmo de 13,75%. A su vez, la inflación, al cierre de agosto, iba en 8,10% anual.
Tanto en agosto como en septiembre la inflación registró un dato negativo y ya iba en 7,27%, se prevé que en octubre se haya mantenido la caída, pero eso no se sabrá sino hasta el 5 de noviembre. Herrera considera que los hogares no reactivarán su consumo sino hasta el momento en que sientan que el costo de vida es inferior al aumento salarial de este año, que fue de 7%.
No obstante, considera que pese a las preocupaciones derivadas de la reforma tributaria, esta puede ser una oportunidad para las compras de cierre de año, que es cuando los hogares adquieren 15% de todo lo que consumen en el año.
“Si van a comprar carro, colchón o televisor es mejor hacerlo este año con IVA de 16% y no de 19%. A fin de año el consumo crece por un tema estacional, pero la pregunta es qué tan bueno va a estar este diciembre para el comercio comparado con años anteriores”, subraya Herrera.
Mientras los indicadores económicos se ajustan, los hogares están buscando otra forma de hacer rendir su dinero, optando por comercios más económicos, específicamente las tiendas de descuento como D1, Justo & Bueno y Ara, en donde, según los cálculos de Kantar, ya merca uno de cada dos hogares.
Así las cosas, cada vez más el caché que da tener casa en la Florida va a seguir restringido a unos pocos y a los demás les tocará cantar el eslogan de un comercial de los 80: “los traje de Miami: mentira, mentira…”.