Colombia debería escindir el MinTIC para tener un ministerio de industria dedicado a recuperar el sector.
Es un hecho indiscutible que la industria colombiana ha sido la cenicienta del desarrollo económico en las últimas décadas. El crecimiento del sector ha sido un poco más de la mitad del resto de la economía y, como consecuencia, su participación en el PIB bajó del 18 por ciento, que tenía antes de la apertura, al 11 por ciento actual.
En el intenso debate que mantienen los analistas sobre las múltiples causas de esta debacle, se suele pasar por alto un factor institucional que puede parecer secundario, pero que refleja el cambio de modelo económico que dejó relegada a la industria: la eliminación de un ministerio dedicado a promover las políticas públicas para el desarrollo del sector.
Hasta principios de este siglo, el Ministerio de Desarrollo Económico cumplía esa función, aunque una década antes le habían recortado sus atribuciones con la creación del Ministerio de Comercio Exterior que, según la ley que lo creó, debía fomentar sobre todo las exportaciones, impulsando la modernización y eficiencia de la producción local, pero, en la práctica, lo que logró fue promover las importaciones implantando un modelo de apertura hacia adentro.
En el 2002, el gobierno de la confianza inversionista, con el pretexto de recortar el gasto público, promulgó la Ley 790 para fusionar seis ministerios en tres, entre ellos los de Comercio Exterior y Desarrollo Económico, que se convirtieron en el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MinCIT).
Como plan para hacer más eficiente el Estado, la fusión de carteras fue un fracaso, pues el gasto de las nuevas entidades fusionadas resultó siendo superior al de los ministerios separados, por lo que el gobierno Santos rompió uno de los huevitos del expresidente y por medio de la Ley 144 de 2011, separó los ministerios del Interior y Justicia, los de Salud y Trabajo, y los de Vivienda y Medio Ambiente. El MinCIT lo dejó intacto, con su esquizofrenia de políticas.
El problema es que en este caso, el orden de los factores sí altera el producto, y la prelación del comercio sobre la industria en el nombre de la entidad se ha reflejado en una preeminencia de la política comercial de apertura hacia adentro sobre la inexistente política de industrialización. Al fin y al cabo, era más atractivo para los ministros andar por el mundo firmando TLC, que dedicarse al trabajo interno de diseñar estímulos y remover obstáculos para hacer más competitiva la producción nacional.
Son muchos los países que tienen ministerios dedicados exclusivamente a las políticas industriales. Para mencionar solo dos ejemplos, en China el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información es el encargado de promover estrategias de desarrollo industrial, incluyendo planes sectoriales, regulaciones y estímulos. India, es quizás el caso más radical de atención a la industria, pues no solo hay un ministerio del ramo en general y otro de ciencia y tecnología, sino que en el gabinete se sientan seis ministros encargados de sectores industriales específicos: hay ministerios de textiles, de alimentos procesados, del acero, de la industria pesada, de químicos y fertilizantes, de micro, pequeñas y medianas empresas.
Colombia debería aprender de la experiencia de estos países, y de otros como Singapur, Turquía, Corea, Argentina, Itali¦a o Inglaterra, y escindir el MinTIC para tener un ministerio de industria dedicado a recuperar el sector, que es esencial para un modelo de desarrollo que no dependa de la explotación de recursos primarios.