La política de reindustrialización, uno de los pilares del Plan Nacional de Desarrollo “Colombia Potencia Mundial de la Vida”, ha quedado mayormente en el papel. A pesar de su ambiciosa retórica, su dinámica actual está lejos de compensar los efectos económicos negativos del retroceso en las exportaciones minero-energéticas. De hecho, se ha reducido a unos pocos programas y medidas, desarticulados de la política económica nacional, lo que ha resultado en un impacto limitado y transitorio.
El CONPES 4129 de 2023, que sustenta esta política, busca explícitamente superar la alta dependencia de la industria nacional en los sectores minero-energético y primario, una dependencia que ha llevado a una baja generación de valor agregado, un pobre desempeño en productividad y un retroceso del sector industrial. El objetivo es una transformación productiva que enfrente los retos del cambio climático, el acelerado cambio tecnológico y el entorno geopolítico cambiante, articulada en torno a cuatro apuestas estratégicas intersectoriales (Salud, Defensa para la vida, Agroindustria y soberanía alimentaria, Transición energética justa, y Transversales).
Si bien el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MinCIT) ha presentado un balance de gestión destacando avances, estos logros parecen ser insuficientes frente a la magnitud del desafío. En el mejor de los casos, en tres años de gobierno se han impactado unas 61.000 unidades productivas, el 1,16% de la malla productiva total o un 11,6% de las empresas formales.
Exportaciones estancadas y sectores en retroceso
Colombia importó más bienes de las actividades priorizadas por la reindustrialización de los que exportó en el segundo trimestre de 2025. Aunque las exportaciones de las apuestas de la Política de Reindustrialización muestran una tendencia general creciente entre 2020 y 2025, alcanzando un máximo histórico de USD 8.100 millones en el segundo trimestre de 2024 y manteniendo un crecimiento moderado en 2025 para bienes transversales, la balanza comercial en este frente sigue siendo negativa.
En términos de Producto Interno Bruto (PIB), las actividades económicas asociadas a la reindustrialización han tenido un comportamiento mayormente creciente desde 2021, que se ha estabilizado hasta el segundo trimestre de 2025. Sectores como la elaboración de productos de café, productos lácteos y ganadería han mostrado un crecimiento notable.
Sin embargo, esta dinámica positiva se ve opacada por caídas significativas en la fabricación de carrocerías, vehículos y sus motores, partes y piezas para vehículos, hierro y acero, y productos farmacéuticos. Además, la construcción de edificaciones y la fabricación de productos metalúrgicos también experimentaron caídas.
Transición energética sin respaldo productivo
La política productiva del gobierno Petro ha resultado ser contradictoria. Por un lado, se habla de reindustrializar la economía, pero por otro, se golpea de forma desmedida las actividades básicas como el petróleo, el carbón y la energía, que son fundamentales para ese mismo proceso.
La política de transición energética acelerada y desconectada de las necesidades del país ha llevado a una reducción drástica del aporte de los sectores extractivos al PIB, pasando del 5,8% en 2011 al 2,9% en el primer semestre de 2025. Esta disminución no ha sido compensada por el desarrollo industrial prometido.
El contexto regulatorio tampoco es favorable. La renegociación de los Tratados de Libre Comercio (TLC) quedó en meros anuncios, y la actitud del gobierno frente a los cambios internacionales ha sido pasiva.
Costos laborales y tributarios al alza
La reforma laboral y el Proyecto de Ley de Financiamiento de 2025 (una nueva reforma tributaria) se perfilan como nuevos golpes que incrementarán los costos de producción, afectando la competitividad del aparato productivo nacional y, por ende, su capacidad de generar riqueza.
El Plan Nacional de Desarrollo establece que la Política de Reindustrialización debe fortalecer la permanencia de actividades existentes y promover nuevas, gracias a encadenamientos productivos y adaptación de tecnologías para la transición energética. También subraya el papel de la inversión en investigación y desarrollo (I+D) para mejorar la productividad y competitividad. Se mencionan medidas de compras públicas, inversiones estratégicas de empresas públicas y mixtas, y el fomento de la economía popular y las mipymes. Sin embargo, la brecha entre la ambición y la realidad de la implementación es notoria.
Costos laborales y tributarios al alza
La reforma laboral y el Proyecto de Ley de Financiamiento de 2025 (una nueva reforma tributaria) se perfilan como nuevos golpes que incrementarán los costos de producción, afectando la competitividad del aparato productivo nacional y, por ende, su capacidad de generar riqueza.
El Plan Nacional de Desarrollo establece que la Política de Reindustrialización debe fortalecer la permanencia de actividades existentes y promover nuevas, gracias a encadenamientos productivos y adaptación de tecnologías para la transición energética. También subraya el papel de la inversión en investigación y desarrollo (I+D) para mejorar la productividad y competitividad. Se mencionan medidas de compras públicas, inversiones estratégicas de empresas públicas y mixtas, y el fomento de la economía popular y las mipymes. Sin embargo, la brecha entre la ambición y la realidad de la implementación es notoria.
Reindustrialización en Colombia: ambición sin ejecución
La reindustrialización bajo el gobierno Petro se percibe como una aspiración con una ejecución fragmentada y un impacto insuficiente. Las contradicciones en la política energética, sumadas a la inacción en el comercio exterior y la amenaza de incremento de costos por nuevas reformas, plantean serios interrogantes sobre la viabilidad de transformar estructuralmente la economía colombiana y alcanzar un desarrollo productivo







