A propósito de un artículo en la revista Portafolio 02/03/16. TLC con Corea del Sur: ¿En qué va? (Benjamin Creutzfeldt Ph. D. Catedrático de la Universidad de los Andes)
Un catedrático de la Universidad de los Andes escribió un artículo sobre la situación actual del tratado de libre comercio con Corea del Sur con una serie de apreciaciones que más parecen salidas de los antiguos asesores de cierto ex distribuidor de automóviles que de un imparcial y docto profesor universitario.
Vamos por partes. Las protestas de los empleados de Hyundai de Colombia ante la embajada de Corea no tuvieron nada que ver con el tratado que nos ocupa. Ellas se dirigieron a implorar al gobierno coreano para que interviniera ante el fabricante de automóviles para que no retirara de su lista de distribuidores a quien era su patrón y quien por muchos años tuvo la exclusividad de la marca en Colombia.
Las economías de Colombia y Corea solo son teóricamente complementarias pero muy opuestas en la realidad y tratar como una ventaja estratégica mercantil el hecho de que Colombia haya mandado sus soldados a luchar en la guerra que ese país sostuvo con su vecino, es una razón tan peregrina como que los ingleses consideren a Colombia un país obligado sentimentalmente a comprar productos británicos, por el hecho de haber colaborado en su independencia con la Legión Británica.
Corea efectivamente tiene un ingreso medio mucho más alto que el colombiano, pero no 28 veces como lo dice el autor del artículo al que me estoy refiriendo, sin embargo, aun sin rectificar esa cifra, esa no es la razón por la cual el tratado es benéfico para Colombia. El hecho de que un país tenga mayor ingreso per cápita que otro no es una condición unívoca para asegurar que esa nación sea un comprador forzado. En el caso de Corea debemos tener en cuenta varios puntos que afectan directamente el intercambio comercial.
Primero que todo debemos tener suficiente producción en cantidad, calidad y precio de lo que necesita nuestro comprador. ¿ Por ejemplo, tenemos alimentos para exportar ? ¿Cuáles son?
¿Si importamos papa, trigo, cebada, maíz, azúcar, café, té, canela, clavo, vainilla, cardamomo, nuez moscada, ajos, zanahoria, remolacha, lechuga, cebolla, nabos, melones, manzanas, peras, uvas, duraznos, dátiles, sandías, mangostinos, cerezas, nueces, aguacates, cacao, arroz, avena, centeno, millo, carne de res, carne de cerdo, pollo, ternera, conejo, salmón fresco, atún, sardina, filete de basa, pulpo, calamares, leche, quesos, mantequilla, suero, yogur, margarinas y aceites a base de soya, maíz, oliva, caco y coco, cuál es el excedente que vamos a exportar ?
Corea compra el 57 % de la carne bovina a Australia, el 25,43% a Estados Unidos, el 14,95% a Nueva Zelanda y a Canadá, México y Francia el 2,6%.
Compra carne de cerdo a la Unión Europea el 36,64%, a Estados Unidos el 22,76%, a Canadá el 21,39%, a Chile el 12%, y el 7% restante a Polonia, Finlandia, Irlanda, Suecia, Alemania, Reino Unido, Nueva Zelanda, China y Australia. Los mayores exportadores de carne aviar a Corea del Sur son los mismos proveedores, con excepción por ahora de China, del mismo producto en Colombia, Estados Unidos y la Unión Europea.
Corea compra la leche y sus derivados a Estados Unidos el 28,92%, a China el 2,33%, a la Unión Europea el 55,97%, a Australia y Nueva Zelanda el 13%.
El 98,45% de las hortalizas que consumen los coreanos vienen de su vecino China, el 1,16% de Estados Unidos, y el restante 0,38% de Francia, Países Bajos, Reino Unido, Italia y Bélgica.
Creer que con firmar un tratado de libre comercio con un país económicamente más fuerte traerá automáticamente una avalancha de compras que beneficiará nuestra industria manufacturera y agrícola y disminuirá el desempleo es una quimera peligrosa y que además atenta contra la seguridad laboral y alimentaria del pueblo colombiano. Para vender hay que producir y solo se puede salir a la plaza cuando se tienen los productos que el cliente requiere. Frente a las potencias económicas que surten de alimentos a Corea nuestro país no es competitivo, primero porque no los tiene ni siquiera para el consumo interno y después porque sus altos costos de producción y de transporte y su atraso tecnológico lo sitúan fuera de una posición adecuada de competencia para cualquier negocio.
Corea tiene un excedente de producción que debe exportar para seguir progresando, automóviles, barcos, maquinaria industrial, electrónica, electrodomésticos y un larguísimo etcétera, pero así mismo necesita materias primas que no posee como petróleo, cobre, hierro, ferroníquel, coltán, carbón y que los debe conseguir donde se encuentren. Colombia le seguirá vendiendo algunos de esos productos con o sin tratado y a cambio, con el acuerdo que se avecina, le entregará gratuitamente su industria para que por cada dos trabajadores colombianos cesantes haya un coreano con empleo.
Los empresarios colombianos no son temerosos, en su mayoría son industriales responsables por el desempeño y éxito de sus compañías y por el compromiso social que su función reclama, pero ante la amenaza de una competencia absolutamente desproporcionada como es la que se vendrá con el tratado de marras, solo tendrán dos caminos: el más rentable y menos patriota, acabar la fabricación y convertirse en importador para aprovechar la organización existente de venta y postventa o luchar por detener ese acuerdo y preservar el empleo de sus trabajadores de la producción. La industria colombiana y particularmente la de autopartes está acostumbrada a cumplir con certificaciones y normas internacionales pues de otra forma no podría venderle a las ensambladoras que son empresas multinacionales, pero ante la inminencia de la desaparición de estas últimas para dar paso a simples importadoras de vehículos, como sucedió con Mazda, tendrán que cerrar sus fábricas para convertirse ellos también en comercializadores de partes de repuesto.
En resumen, la seriedad y continuidad de la imagen política del país ante el mundo no está en juego si se rechaza un negocio que atenta contra el progreso y el bienestar de su pueblo. Si la industria se acaba será muy difícil reconstruirla más tarde. La industria es la principal fuente de riqueza de un país y el canal más importante de adquisición de tecnología que representa el origen de un empleo mucho más calificado y mejor remunerado.
Guillermo Rodríguez Villegas
Grupo Proindustria
03/03/2016