De acuerdo con las últimas cifras del DANE, 31 de las 39 actividades industriales, representadas por la Encuesta Mensual Manufacturera con Enfoque Territorial (EMMET), registraron variaciones negativas en agosto de 2024.
Mientras que la economía registró un crecimiento de 2% en agosto, las actividades manufactureras y de construcción cayeron un -1,39%. Este resultado es peor al de julio (3,8%) pero superior al crecimiento promedio anual que tuvieron los primeros 8 meses del año (-1,63%).
Lo más preocupante es que en lo corrido del 2024, 31 actividades de 39 medidas por la encuesta registran niveles negativos de crecimiento anual promedio. Además, las actividades manufactureras cayeron a un promedio anual de -3,25% en los últimos 18 meses, en los cuales tan solo en abril y julio de 2024 el resultado fue positivo.
Mundialmente a lo largo de la historia, las desaceleraciones económicas se han abordado con medidas de corto plazo enfocadas en recuperar el consumo, la inversión y el empleo. Sin embargo, tras la crisis de 2008-2009, las políticas económicas comenzaron a incluir estrategias a largo plazo, con el objetivo de impulsar la productividad, diversificar la economía y fomentar la infraestructura, sin perder de vista el crecimiento inmediato.
Ejemplos como el plan “Build Back Better” de Estados Unidos, “NextGenerationEU” en Europa y la “Franja y la Ruta” de China, destacan por sus inversiones en infraestructura y energías limpias, que generan empleo a corto plazo mientras estimulan la demanda interna.
Las actividades con peor desempeño
Sin embargo, las políticas implementadas hasta el momento por parte del gobierno, han sido insuficientes, ya que carecen de un plan integral que logre resultados inmediatos.
Los últimos resultados de las estadísticas de seguimiento de la economía del DANE, particularmente los de la EMMET, son preocupantes, pues muestran un mal desempeño en empleo, producción y ventas.
En términos sectoriales, el sector automotriz continúa en el fondo de la tabla con el peor desempeño. La fabricación de vehículos registró una caída de -42,14%, la fabricación de autopartes un -28,21% y la fabricación de carrocerías un -11,42%. Seguido por la fabricación de artículos de viaje, bolsos de mano y artículos similares de cuero (-19,7%), la industria maderera (-12,11%) y el sector petroquímico (-11,15%).
Al otro lado de la tabla, los sectores industriales que más crecieron fueron la fabricación de otros tipos de transporte (23%), la industria azucarera (9%), las industrias básicas del hierro y acero (8,9%). Además destacan la fabricación de jabones, perfumes y preparados de tocador (5,9%), la industria molinera (5,7%) y la industria pesquera (5,19%).
Hasta el momento, las políticas de desarrollo productivo no han logrado compensar los efectos negativos de la contracción de la demanda por cuenta de las altas tasas de interés para la mayoría de las actividades industriales.
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Economía estancada
El mal desempeño de la industria y la construcción han ralentizado la recuperación de la economía, desaprovechando el buen momento del sector agropecuario y de algunos servicios.
Tras un rebote extraordinario en 2021, la economía se ha ralentizado desde 2022. El crecimiento económico tocó piso en 2023 con un penoso 0,6% y se proyecta un crecimiento cercano a 2% en 2024 y de 3% en 2025.
Entre los aspectos más preocupantes está la contracción del consumo y la inversión, la persistencia de niveles de desempleo por encima del 10% y el pésimo desempeño de la manufactura y la construcción.
Para contrarrestar estos problemas, el gobierno anunció la política de reactivación: un paquete de medidas con el objetivo de “cerrar brechas sociales y territoriales, garantizar seguridad alimentaria y promover empleo de alto valor agregado con enfoque ambiental”.
Entre los avances presentados en el Foro de Reactivación Económica, realizado a principios de agosto de 2024, el gobierno destacó siete ejes estratégicos: reindustrialización sostenible, turismo, energías limpias, conectividad digital, infraestructura logística, productividad agroalimentaria y vivienda.
Además, se anunciaron inversiones en transporte, vivienda y turismo, junto con incentivos tributarios y alianzas público-privadas, “que se espera reduzcan la pobreza y estimulen el crecimiento económico al 3%”.
Se plantearon fórmulas para poder destrabar recursos por $16,8 billones en regalías que estaban congelados y que serían claves para adelantar las inversiones, un proceso que hasta el momento no muestra resultados importantes.
Otra de las medidas de reactivación, la de “Inversiones Forzosas”, se diluyó en el “Pacto por el Crédito”, un programa de estímulo basado en la promoción de expectativas positivas por medio del sistema financiero y guiado por las condiciones del mercado en términos de tasas de interés, facilidad de acceso, subsidios, entre otros.
Por último, los estímulos tributarios se materializaron en una empantanada “Ley de Financiamiento” para cubrir $12 billones de pesos de déficit en el presupuesto para 2025, el cual no fue aprobado por el Congreso de la República, por lo que será decretado por el Presidente.
Lo cierto es que un presupuesto de $523 billones de pesos no tienen sustento técnico y viola principios constitucionales por cuenta de la Ley de Financiamiento, que no es más que una reforma tributaria, lo cual es potestad del legislativo.
En este sentido, el gobierno debe centrar sus esfuerzos en superar estos problemas y articular todas las herramientas de política pública en la reactivación de la oferta nacional, con el objetivo de compensar los efectos negativos sobre el consumo.